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Este BLOG os pertenece, es vuestra puerta al mundo de la escritura, es decir al mundo de la vida. Podéis abrir la puerta con suavidad, sin apenas meter ruido. O podéis abrirla de forma escandalosa, llamando la atención de todos. Podéis entornarla un poco, o podéis abrirla de par en par. Cada uno tiene que encontrar su propia forma de llamar a esa puerta, de abrirla, de hablar con los que están dentro o con los que quedan fuera. Parece fácil, pero ese aprendizaje puede llevar toda la vida.

lunes, 1 de noviembre de 2010

DOS HISTORIAS DE HALLOWEEN, POR ISABEL GONZALO DE 3º B ESO Y ANAÍS VACAS de 1º F ESO

¿Qué sería de Halloween sin máscaras y sin disfraces? ¿Qué sería sin muertos vivientes y sin historias de terror? ISABEL GONZALO nos trae una desde ultratumba, en la que aparece una casa del teror y la niña del exorcista.

Por su parte, ANAÍS VACA GARCÍA nos trae un cuento que tiene todo el encanto de los cuentos de hadas, en este caso transmutadas en brujas, zombis y esqueletos.

¿Estáis preparados para escuchar la voz de los muertos?





LA CASA DEL TERROR, por ISABEL GONZALO

Este fin de semana era ya Halloween y, por supuesto, había quedado con mis amigas para ir a la Casa del Terror que organizaba el Ayuntamiento todos los años.


Todas estábamos muy nerviosas porque, aunque nos lo pasábamos muy bien, al fin y al cabo era una casa del terror, y teníamos miedo, aunque luego se nos pasaba.
 

Ya por fin, llego la noche de Halloween. Estábamos todas en casa de Lucía disfrazándonos y pasándolo genial, cuando la madre de Lucía llamó a la puerta.

-Chicas, si no se van ya, llegaran tarde y se hará mucha cola.- Nos dijo.

-Ya vamos, mamá.-Le respondió Lucía.

Tras cerrar su madre la puerta, todas nos miramos y afirmamos con la cabeza, y después salimos por la puerta decididas a pasarlo genial.

Cogimos el autobús para ir a Madrid, exactamente a la plaza Mayor, y nos divertimos en el trayecto mirando los disfraces de los demás.


Cuando llegamos a la plaza, nos asombramos con lo que vimos. Era mucho mejor que otros años. La Casa del Terror era mucho más grande, y había mas gente disfrazada que otros años.

Inmediatamente nos dirigimos a ponernos en la cola, en la que ya había una hora por lo menos de espera, pero no nos importaba. Enseguida empezó a funcionar la casa, e iban entrando grupos variados, de tres, de cinco, de ocho personas…

Cada vez estábamos más cerca de entrar, y cada vez mas nerviosas.

-Chicas, ya nos queda poco...- dijo Andrea.

-Ya- la confirmé yo.


Veíamos entrar y entrar cada vez más gente en la Casa del Terror. Pero no veíamos salir a nadie, así que supusimos que la salida estaba por el otro lado.

Detrás de nosotros ya había como otra hora de cola, y nos alegramos de que la madre de Lucia nos avisara de que nos viniéramos a esa hora.

Al cabo de unos veinte minutos más esperando, estuvimos al fin delante de la puerta de la entrada a la casa.

-Vais a morir... - nos dijo el que nos recibía en la entrada.

Todas nos miramos con sonrisas forzadas, lo que me confirmó que todas estábamos muertas de miedo. Pero todas le seguimos, como si fuéramos unas valientes. Aunque la valentía se nos acabó nada mas entrar, porque salía gente disfrazada de todos los lados y nos gritaban y, claro está,, nos asustábamos y gritábamos más.

A los diez minutos de estar dentro haciendo el pasaje, que era mucho más largo que otros años, ya se podría decir que estábamos afónicas y muy, muy juntas por el miedo.

El guía nos dijo que ya faltaba poco para nuestro fin, y supusimos que era el final del pasaje, y aunque estábamos muertas de miedo sabía que luego lamentaríamos que se hubiera acabado. Pero todos los años acaba y sobrevivimos hasta el año siguiente con la historia del miedo que pasamos, así que, no nos importaba mucho tener que esperar otro año.

Ya por fin llegamos a la sala de la niña del exorcista.Esa era la sala que a mi me daba mas miedo, y a mis amigas más risa por mi cara. Pero es que no soportaba a esa niña en las películas.


Solo que este año no fue igual que el resto como supusimos.

Nada más entrar por la puerta, normalmente mis amigas seguían andando como si fueran por su casa y yo me abrazaba a alguna muerta de miedo.

Ójala nunca los hubiera abierto.


Todos los años la niña del exorcista estaba atada y escupía espuma por la boca, y este año la cama estaba vacía, las cuerdas rotas y la niña del exorcista estaba con un cuchillo encima de una montaña formada por las personas que habíamos visto entrar antes a la Casa del Terror.

Dimos un par de pasos atrás en silencio. Como estábamos afónicas tuvimos la suerte de que ninguna gritó. La niña parecía no notarnos, así que pensamos que teníamos alguna posibilidad de escapar.

!Qué equivocadas estábamos…!


Al girarnos nos dimos cuenta de que nadie había mirado  por dónde veníamos, y no encontrábamos la puerta. El guía había desaparecido, y la niña nos había visto. Había venido a una velocidad increíble delante de nosotras y nos había sonreído como si fuéramos amigas de toda la vida, solo que era una sonrisa diabólica.


Se podría decir que no la vimos venir… y al cabo de dos minutos estábamos en la montaña de gente…

Me di cuenta en el último minuto de mi vida que la casa del terror era una trampa, que el guía nos había avisado y no le habíamos creído, y que en realidad la casa no tenía salida.
Era tarde para darse cuenta, pero… mejor tarde que nunca…

Lucía, Andrea, Silvia, Paula y yo teníamos 15 años cuando nos mataron en la casa del terror. Llevábamos juntas 7 años, y era la primera vez que nos engañaban a todas.
Todas nos llevamos una última lección: Nunca te fíes de algo que está distinto a como siempre...



CUENTO DE HALLOWEEN, por ANÁIS VACAS

Érase una vez dos niños cogiendo caramelos en el bosque, Martín y Elena.  Supongo que querréis saber cómo han llegado hasta allí ¿no?


Bueno, pues lo sabréis.  
                   
Era la noche del 31 de Octubre (la noche de Halloween) y Elena y Martín iban de casa en casa pidiendo "tratos". Cuando llegaban a una casa ellos preguntaban:
 -¿Truco o trato?
La gente sonreía, contestaba ``trato ‘y echaba un puñado de caramelos en las calabazas de cada niño. Así hasta que lograron vaciar todos los caramelos que había en cada casa. Cuando llegaron a su casa estaban sorprendidos, los caramelos habían desaparecido.
Elena miro a su hermano y le preguntó:
-¿Qué ha pasado?
-No lo sé, quizás se hayan caído por el camino -contestó él.

-Vayamos a comprobarlo -contestó ella.

Los dos fueron a comprobarlo y vieron que había un rastro de caramelos que conducía al bosque.                     
– ¡Cojamos los caramelos mientras seguimos el rastro! -exclamó Martín. Mientras lo recogían le preguntó a su hermana:                                              
-No nos atraparan y nos encerrará una bruja como a Hansel y Grettel, ¿no?
-¡Claro que no, eso solo pasa en los cuentos!- contestó ella.
-¡Uf! Menos mal.-contestó él, y siguieron cogiendo los caramelos y siguiendo el rastro.
Al terminar de coger los caramelos, vieron que seguir aquel camino había merecido la pena. Se encontraron con una gigantesca ciudad llena de espíritus, zombis, esqueletos..., era algo parecido a un pasaje del terror pero en grande.
-Elena, mira, creo que están celebrando Halloween.
-Sí, es verdad.- contestó Elena.        
Los dos niños se acercaron a verlo. Por allí pasaba un fantasma y le preguntaron:
-¿Eres un fantasma de verdad?
-Sí, ¡ah! Y, por cierto, bienvenidos a la ciudad de Halloween.
- ¿La ciudad de Halloween? -contestaron los niños.
- Oh, qué despistado, no os lo he contado ¿no?
- No. -contestaron los niños.
-Todos los años atraemos a los niños con un rastro de caramelos, pero siempre salen corriendo asustados, por eso, ya no le dábamos demasiada importancia, pero ahora que vosotros estáis aquí, ¿querríais celebrar Halloween con nosotros? -preguntó el fantasma.
- ¡Claro! -contestaron los niños, y fueron a unirse a la fiesta.
Desde esa noche, cada 31 de Octubre, siempre iban allí a celebrar Halloween con ellos.

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