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martes, 26 de octubre de 2010

SECRETOS DE LOS ALUMNOS DE 2º E ESO: RELATOS DE MARÍA MANSILLA, LORENA MONTESINO Y OSCAR NIETO

Secretos hay muchos y a veces un secreto puede salvar una vida o condenarla, puede traer la felicidad o la desgracia. En los relatos de MARÍA MANSILLA, LORENA MONTESINO y OSCAR NIETO  la sangre no llega al río, pero los secretos provocan unas situaciones realmente incómodas. Vamos a verlo.



"EL SECRETO DE SU TÍA" de MARÍA MANSILLA VILLORIA

Laura era una niña de ocho años que tenía mucho miedo de la oscuridad. Al apagarse la luz, todos las sombras le parecían terribles monstruos. Y aunque sus padres le explicaban que aquello no eran monstruos, ella seguía teniendo miedo.


Un día vino a su casa la tía Mary. Laura, con ganas de vencer el miedo, le preguntó a su tía si alguna vez había tenido miedo de la oscuridad. Le contestó:


-Muchísimas veces, Laura. Recuerdo que cuando era como tú tenía mucho miedo de la oscuridad. Te contaré un secreto, Laura. Quienes me enseñaron a no tener miedo de la oscuridad fueron unos niños ciegos.


-¿Es verdad? -dijo Laura- ¿Me cuentas ese secreto?


-!Claro! Como ellos no pueden ver, sus ojos son sus manos. Lo único que tienes que hacer para no tener miedo a la oscuridad es hacer lo mismo que ellos. Te propongo un trato: esta noche cuando vayas a dormir y apagues la luz, si hay algo que te dé miedo, cierra los ojos y trata de ver qué es, y mañana me lo cuentas.


Llegó la noche y laura se fue a dormir. Al poco rato, sintió miedo de una de las sombras dxe su habitación, y, haciendo caso del consejo de su tía Mary, cerró los ojos y con mucho valor fue a tocar aquella sombra.


A la mañana siguiente, Laura llegó corriendo a la cocina y dijo:


-!Ya no tengo miedo a la oscuridad!






"UN SECRETO", por LORENA MONTESINO REDONDO


Rocío estaba nerviosa por comenzar un nuevo curso en un nuevo colegio. Todos sus malos recuerdos quedarían atrás, conocería nueva gentes y haría nuevos amigos. Aquella mañana se levantó temprano, se metió en la ducha y luego se vistió. Se puso su ropa favorita y se peinó con el pelo recogidoe en una coleta. Desayunó y se fue con su mochila a la espalda.


Al llegar al colegio fue hasta Jefatura y preguntó dónde estaba el aula de 3ªB, su clase. Le informaron bastante bien y se puso en camino. Cuando llegó a su clase sólo había tres chicos. Se sentó en una silla y esperó a que llegaran los demás alumnos y la profesora.


Después de unos minutos, uno de los chicos se le acercó y le preguntó su nombre. Como se puso en el lado derecho, Rocío no le oyó. Él pensó que era una antipática y se marchó. Luego llegó la profesora y, poco a poco, los compañeros. La profesora habló sobre lo que harían ese año y Roció estuvo atenta en todo momento. Por eso no se dio cuenta de que el chico que antes se había molestado porque ella no le había respondido, estaba contándoles a los demás lo que había pasado. Todos pensaron que era una antìpática y en el recreo la estuvieron dando de lado todo el rato. Roció se sintió fatal y decidió que a la hora de la comida intentaría hablar con ellos.


Cuando sonó la campana que anunciaba la hora de la comida, todos los alumnos fueron al comedor. Cogieron las bandejas y se sirvieron entre ellos la comida. Rocío se sentó en una mesa y, cuando lo hizo, los demás comensales se callaron. Luego comenzaron a cuchichear en voz baja, pero a su izquierda alcanzó a oír que un tal Mario le había hablado y que ella no le había respondido. Decidio investigar quién era Mario y plantarle cara.


A la salida ya sabía quién era y decidió hablar con él. Mario le dijo que no hablaba con antipáticas y ella le explicó el por qué no le había contestado: el verano anterior la habían operado del oído y por el derecho no oía nada. Lo había querido mantener en secreto para que los demás no la vieran como un bicho raro, pero no le había salido bien.


El chicó lo comprendió y decidió ser su amigo. Para arreglar lo que había hecho, les dijo a todos que Rocío no le había oído porque estaba con los auriculares puestos, escuchando música, y él no se había dado cuenta. Fue una mentirijilla que sirvió para el inicio de una gran amistad.




"SECRETOS", por OSCAR NIETO CANTELAR


Os voy a contar un secreto . Este secreto lo he tenido guardado desde que era muy pequeño. No se lo he contado nunca a nadie, claro, porque es un secreto y si se cuenta a alquien ya no es un secreto.

Yo creo que todas las personas tenemos cosas escondidas que no contamos nunca, pero ha llegado el momento de contaros mi secreto: Cuando tenía cinco años me caí de un muro y me rompí un brazo. Yo le dije a mi madre que me había caído yo solo, pero no era verdad: me habían empujado y me tiraron. Me tiró una amiga, porque yo me estaba metiendo con su muñeca, que era horrorosa. Me dio un empujón y me caí. Mi amiga se asustó mucho y dijo que me había caído para que no la regañaran, porque en el fondo éramos amigos y los amigos nunca cuentan sus secretos.

Tengo otros secretos que no voy a contar, pero sí que os puedo decir un secreto que me contó un amigo. Cogió dinero a su madre sin que ella lo supiera y se fue a comprar chucherías y helados a la tienda del barrio. Luego nos invitó a todos los amigos. A mí me dio un helado, pero fue el helado que menos me ha gustado porque sabía que estaba mal lo que mi amigo había hecho. Nunca conté lo que pasó, pero quizá otro día os cuente más secretos

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