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miércoles, 20 de octubre de 2010

RELATO POLICIACO DE LUIS MIGUEL SOTILLO, DE 1º A ESO

De todos los subgéneros narrativos, la novela policiaca -que recibe distintas denominaciones: novela criminal, novela negra, "thriller", novela de detectives, etc.- es sin disputa el más popular. Sus lectores se cuentan por millones en todo el mundo y los nuevos titulos aparecen sin cesar en las librerías. Por supuesto que no todas las novelas policiacas son iguales. Algunas inciden en la crítica social y política, otras en el misterio y el suspense, otras en el terror, en la psicología de la perversión o de la mente criminal... No es lo mismo una novela de Agatha Crhistie, por ejemplo, centrada casi exclusivamente en el descubrimiento del asesino, que una de Stieg Larsson, centrada en la denuncia de una sociedad que permite e incluso estimula el crimen. Tampoco es lo mismo la novela policiaca española que la americana o la sueca.
Pero no vamos a extendernos más, que esto no es un rollo para profesores. Aquí os presentamos un breve relato policiaco de LUIS MIGUEL SOTILLO, que está sorprendentemente bien escrito para un alumno de 1º de ESO. Disfrutadlo.



En una noche fría, oscura y silenciosa, Pedro, un niño de trece años, volvía a casa. Entonces, un estruendo, como un disparo, rompió el silencio de la noche. Pedro, asustado, corrió rápidamente a su casa donde, en la puerta, yacía el cuerpo de su madre con un disparo en la tripa.

Minutos después, acudió la policía, y de uno de los coches bajaba Enrik, detective conocido en la Policía por haber resuelto muchos de los casos más extraños y horribles.

Enrik miró al pobre chaval, que relataba cómo su madre soltó su último aliento sobre él cuando agonizaba de dolor. Entonces, Enrik fue decididamente a la escena del crimen. Allí encontró el cuerpo inerte de la madre, sobre un charco de sangre. Se quedó observando el cadáver un momento, observando la herida mortal que dejó al cuerpo sin vida. Entonces, los recuerdos de anteriores casos surgieron en su mente; casos idénticos, sin resolver. Todos los cadáveres anteriores presentaban los mismos rasgos: amas de casa de cuarenta y pocos años.
Enrik preguntó a los forenses; no encontraron ni huellas, ni pelos, ni ninguna prueba excepto la bala y una nota, introducida a presión en la boca de la víctima.

Enrik pidió a los forenses que le enseñaran la nota. En la nota había una combinación de números y letras.

Enrik sonrió, pues sabía que el asesino le quería poner a prueba con esa nota.

Enrik y su amigo Rolland examinaban atentamente el mensaje, pero no encontraron nada. Rolland, harto de buscar, paró un rato y puso la tele.

Enrik apagó la tele y le dijo que tuviera paciencia, que si su corazonada era cierta el asesino les mandaría el código para descifrar el mensaje.

Poco después, sonó la puerta; era el cartero que traía una carta y, efectivamente, era el código para descifrar el mensaje.

Enrik descifró el mensaje y leyó en voz alta:

"Calle 68 del distrito Norte, allí encontraremos el siguiente mensaje."

Cuando Enrik llegó, oyó un disparo y salió corriendo para ver lo que había pasado. Una mujer yacía en el suelo y un hombre huía de la escena del crimen. Enrik salió corriendo detrás del sospechoso y lo atrapó. Lo llevaron a la cárcel.

Durante el traslado, Enrik pensaba; un policía le preguntó:
- ¿En qué piensa?

Enrik dijo:

- No es el asesino.

El policía le preguntó que por qué decía eso; Enrik no respondió.

Cuando llegaron a la cárcel, la prensa y la gente esperaban en la puerta. Enrik se quedó a un lado observando. Entonces, vio cómo alguien encapuchado le observaba desde el lado contrario, sonriendo. Enrik intentó acercarse, pero era demasiado tarde: ya se había ido.

En la noche, Enrik pensaba. Se hallaba en la cocina bebiendo alcohol, porque sabía que aquel asesino jugaba con él y la policía, y eso le hacía sentirse inútil.

A la mañana siguiente, la noticia de un nuevo cadáver no sorprendió a Enrik.

Cuando llegó a la escena del crimen, vio al comisario que le esperaba allí. Antes de que el comisario dijera nada, Enrik le describió el asesinato sin necesidad de verlo, y no se equivocó. Enrik se acercó al cadáver y lo observó durante un tiempo. Uno de los policías le entregó el mensaje que decía: “¿No te recuerda a ella?”. Enrik estrujó el papel, y los recuerdos asaltaron su mente. Recuerdos de Laura, la novia de Enrik. Ella fue uno de sus primeros casos. Fue asesinada delante de sus ojos y no hizo nada. Enrik dejó caer una lágrima.

Después, Enrik fue a interrogar al preso que había arrestado el día anterior. El preso dijo que alguien le había pagado para que matase a esa mujer. Enrik le preguntó por la persona que le había pagado, pero el preso no sabía el nombre del que le había pagado.

En la noche, Enrik pensaba, sabía que el asesino era alguien que le conocía bastante, que sabía lo de Laura y que le ayudaba en todos los casos. Sólo había una persona con esa descripción: su amigo Rolland.

Al día siguiente, Enrik detuvo a Rolland y le preguntó que por qué lo había hecho. No obtuvo respuesta.



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